jueves, 13 de enero de 2011

PLENILUNIO

  Al caer la tarde observé desde mi ventana, una esponja que se mecía a la orilla del mar. Era hermosa, y de vez en cuando las olas rompían a su lado y la bañaban con una espuma que se imaginaba de plata, por la luz que irradiaba la luna sobre ellas.
  Y entonces comprendí ¡no es el océano el que la expulsa fuera de sus dominios! sino ella misma se escapa algunas noches de plenilunio y aprovecha para enterarse de las historias que la rodean, así luego poder contárselas a sus hermanas y demás fauna marítima que la quiera escuchar.
  Así me encuentro yo a veces atrapada por sus rayos diríase que se anuncian cargados de pequeños duendes que recorren mi mente, juguetean con mis pensamientos, creando en mi la necesidad de escribir.
  Otras veces es alguien o algo que encuentro en mi camino, y sin siquiera darse cuenta me inspira.
  En clase también aparece la pequeña pero absorvente esponja, que se impregna, se deja cubrir por palabras, movimientos y experiencias, que luego retiene dentro de si permitiendo, que las dé forma, para así salir y poder disfrutar al relatarlas.

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