Aquel anochecer en que el sol dormía dulcemente en el ocaso de la tarde. Mientras la luna de puntillas, y a hurtadillas asomaba su blanca y hechicera cara, con ese rubor, misterioso y coqueto, dando a entender que quería gozar de esos pequeños momentos en que permanecían juntos, esos, a veces instantes en los que podía percibir su tierno amor.
Y luego un día, un mes, un año,¡quien sabe cuanto tiempo pasa! en que lo cubre y viven esa pasión inmensa que arrastran desde el principio de los tiempos. Ocultos sin que nadie pueda observarlos, aprovechando ese fascinante eclipse solar.
¡Pero estar atentos! pues después de ese celestial instante si al caer la tarde miráis al cielo, podréis decubrir que ha nacido una nueva estrella.
Mª Ofelia
No hay comentarios:
Publicar un comentario