Todas las mañanas Lucía salía a pasear por el campo. Un día se encontró con otra niña que cantaba por el camino. Ella esa mañana había salido enfadada de su casa, pues la doncella le había servido el café demasiado caliente y no pudo tomárselo.
Al ver a la niña se acercó a ella y le preguntó ¿porqué cantas?. La niña le contestó "porque hace un día hermoso, hay pájaros y me siento feliz". A lo que Lucía replicó ¡ni hay pájaros, ni hace buen día! y la niña le dijo "quizás no has mirado como debías, es en el corazón donde se perciben las cosas".
Y al girarse Lucía se dio cuenta que la niña era ciega y con asombro le dijo ¿Como puedes estar feliz si no puedes ver?. Y con arrepentimiento y admiración comentó ¡yo nunca podría ser así!.
La niña con una sonrisa le respondió "tu y yo somos iguales" y se despidió. Aún se la veía a lo lejos cuando en el cielo surgieron unas letras, donde se podían leer las palabras que oía Santa Teresa.
"Búscate en mí y me encontraras en ti"