miércoles, 28 de marzo de 2012

La niebla


La niebla

La niebla había anulado el brillo del sol. El cielo, cubierto por un gris plomizo, sin respetar el horizonte, se había adueñado del mar, tornándolo del mismo color.
La lluvia caía incesante golpeando los ventanales y resbalando por ellos como lágrimas de cristal, que descendían chocando contra el pavimento, formando grandes charcos.
Mientras, el mar encrespado, con grandes y furiosas olas, luchaba por recuperar su color. Estas rompian en la orilla y revolcándose en la arena compartian matices.

Algunas gaviotas se lanzaban al mar intentando atrapar algún pescado. La isla se erguía como un fantasma cubierta por la bruma.
Sonaron las dos en el reloj de la iglesia. Pocas almas se movían por la calle. En ese momento, parte de mi pasado se coló al abrir la ventana y la neblina me inundó de recuerdos. No pude resistir su llamada, traspasé la puerta, me precipité hacia la calle. Metí los pies en todos los charcos que encontré a mi paso. Incluso, en uno de ellos, salté con todas mis fuerzas.
No sé si alguien me observaba...Tampoco me importó
Me fundí en la lontananza de mi pasado...O quizás quise pisotear mis malos recuerdos.

Una alarma me hizo tomar consciencia del tiempo. No sé cuantas horas estuve deambulando por las callejas.
La lluvia aumentó su ritmo. La tarde había caído dejando que el manto gris se cerniera sobre la tierra.
Un trueno retumbó y en el cielo se abrió un camino de plata que lo iluminó todo. Me sobrecogió y aligerando el paso, me dirigí a casa.

                                                                                                                               Mª Ofelia

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