Desde mi ventana, veo cantidad de hojas que bailan al compás que una brisa suave y otoñal les marca.
Son las mismas hojas que el verano cedió al árbol para embellecerlo y que ahora reclama,y lentamente caen en tierra .
Mientras que una música llegada seguramente del alma, invade mi corazón, me transporta, me vuelve ligera. Y como ellas mi espíritu empieza a revolotear, y en ese planeo, mi descontrolado vuelo irradia sensibilidad y su melodía parece regalarme un maravilloso adagio, que me recuerda la melancolía del otoño, con sus lentos movimientos. Mª Ofelia
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