Mi oca Josefina
Me aproximo a la puerta del gallinero. Unos graznidos me dan la bienvenida. Josefina, la oca, sale la primera abriendo su pico amarillo y plano, e erguiendo su largo cuello, como queriendo alcanzar el cielo y cual líder conduce al resto de los animales hacia una libertad, que vive en su pequeña mente.
Es mi oca preferida...Y ella lo sabe. Me deja acariciar su maravilloso, tupido y suave plumaje blanco. Acerca su pico como una pala hacia mi mano, esperando que le ofrezca algún brote fresco, que ha dejado a su paso con sus primeras y suaves luces el alba.
Y mientras busca gusanos y caracoles, picotea la tierra. Sus ojillos redondos y negros, como pequeñas y brillantes cuentas de azabache, me observan pendientes de que ningún otro animal se me acerque.
Y cuando alguien irrumpe en la puerta de la finca, se lanza como un lobo salvaje, graznando con gestos amenazadores, para proteger sus dominios. Mientras, yo sonrío al ver su torpeza cuando intenta correr con sus cortas y palmípedas patas, pero ella se crece ayudada por las alas, y como un ángel enfurecido ataca.
No la veo, vuelvo la cara y en ese momento, encuentro que sale del gallinero y con mirada satisfecha y provocadora me insta para que me acerque a recoger el blanco y ovalado regalo que me deja cada mañana.
Mª Ofelia
Es mi oca preferida...Y ella lo sabe. Me deja acariciar su maravilloso, tupido y suave plumaje blanco. Acerca su pico como una pala hacia mi mano, esperando que le ofrezca algún brote fresco, que ha dejado a su paso con sus primeras y suaves luces el alba.
Y mientras busca gusanos y caracoles, picotea la tierra. Sus ojillos redondos y negros, como pequeñas y brillantes cuentas de azabache, me observan pendientes de que ningún otro animal se me acerque.
Y cuando alguien irrumpe en la puerta de la finca, se lanza como un lobo salvaje, graznando con gestos amenazadores, para proteger sus dominios. Mientras, yo sonrío al ver su torpeza cuando intenta correr con sus cortas y palmípedas patas, pero ella se crece ayudada por las alas, y como un ángel enfurecido ataca.
No la veo, vuelvo la cara y en ese momento, encuentro que sale del gallinero y con mirada satisfecha y provocadora me insta para que me acerque a recoger el blanco y ovalado regalo que me deja cada mañana.
Mª Ofelia
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