domingo, 2 de octubre de 2011

Azulina y el lobo ... Cuento infantil



Azulina y el lobo


Érase un tranquilo bosque con grandes árboles, flores y animalitos que en el vivían.
Cuando los primeros rayos de sol arañaban el horizonte el bosque se despertaba, los árboles movían sus ramas como si fueran grandes pájaros, y saludaban a todos los bichitos que por allí pasaban.
- Buenos días amiguitos - Buenos días respondían.
A la caída de la tarde, el sol empezaba a bostezar, y entonces llegaba la luna vestida de blanco y le empujaba el culete, para que se fuera y poder entrar ella. - Vamos, vamos, que me toca a mí - y el sol muy enfadado recogía sus luces y se marchaba gruñendo.
Era entonces cuando las hadas y los duendes salían a bailar y jugar. Las luciérnagas iluminaban el bosque con sus lucecillas, parecían pequeñas estrellas caídas del cielo.
El búho empezaba a abrir sus grandes ojos y dirigiéndose a todos decía:
-¡Bienvenidos a la hora mágica del bosque! - En ese momento aparecía un grillo con una hoja seca que había encontrado en el camino, y con un palito hacía sonar una música, y mientras bailaba iba cantando....."Venid..Venid.. nos vamos a divertir"
Todos los animalitos acudían con los ojos rebosantes de alegría.
- Buenas tardes queridos amiguitos - decían los conejos que con sus grandes patas seguían el ritmo de la música como si fueran tambores.  Hasta un lobo muy bueno que vivía en el bosque se unía siempre a la fiesta.
-Durante esa hora todos se divertían y se contaban sus aventuras antes de irse a la cama.
Algunas mañanas una niña vestida de azul, y con unas largas trenzas rematadas con un lazo de ese mismo color, llevando una cestita al brazo recorría el bosque, a veces echaba miguitas a las hormigas - Tomad pequeñas comed - Gracias niña guapa le respondían.
Pero otros días como era muy traviesa les pegaba con la cesta y se reía - Ja Ja que tontas sois - Eres una niña mala le decían las pobres hormiguitas-
Cuando el lobo asomaba la cabeza de entre los árboles, Azulina que era como se llamaba la niña, cogía una piedra y se la tiraba.
-¡Ay! ¡Ay que dolor! -Que niña más perversa. A veces le hacía tanto daño que tenía que ir a casa de un caracol amigo para que le curara.
-Mira que chichón me ha hecho Azulina - gemía el pobre lobo.
-No te preocupes amigo con un poco de mi baba se  curará enseguida - lo consolaba el caracol.
 Un día el lobo cansado de aguantar a la niña, se encaminó a casa de su abuelita para darle un susto. Cuando llegó allí, entreabrió la puerta y preguntó- ¿Se puede?
La abuela estaba aún acostada acurrucada bajo las mantas, y con sus pies muy templaditos gracias a un ladrillo que calentaba todas las noches en la chimenea y envolvía en una toalla metiéndolo en la cama   para no pasar frío, como aún no se había puesto sus gafas y además era un poco sorda , se creyó que el lobo era su nieta.
-¿Que día hace hoy Azulina? - has venido muy pronto.
 El lobo sin darle tiempo a nada más, se abalanzó sobre la abuelita abriendo su enorme boca mientras rugió - Hoy he venido más pronto...¡Para comerte antes!
- La abuelita era miope y algo sorda, pero de tonta no tenía un pelo. Metió la mano rápidamente entre las sábanas, y a la velocidad del rayo sacó el ladrillo y le pegó tal golpetazo al lobo en los dientes,.Que por cierto estaban algo amarillentos, que saltaron todos por el aire.
- Este animal no se lava la dentadura a diario, constató la abuela.
El pobre lobo se puso a llorar, y a lamentarse: - Zolo quería darle a uzted un zusto, para faztidiar a Azulina, por todaz las pedradaz que me da cada día.
La señora se puso las gafas y comprobó la cara de bueno y la sinceridad del  lobo, y le dio mucha pena escuchar como tenía que hablar con la zeta, porque no le quedaba un solo colmillo al pobre. Entonces le dijo:- No te preocupes amigo, estos dientes te volverán a crecer, pero voy a castigar a mi nieta para que no vuelva a hacerte daño.
Esperaron los dos a que llegara la niña, y cuando por fin entró, la abuela le echó una buena regañina: - ahora como castigo tendrás que ir a llevar la comida todos los días al lobo - sentenció.
Azulina, avergonzada por su comportamiento, depositó la cesta que llevaba encima de la mesilla de noche. La mesilla, que estaba muy enfadada por lo mala que había sido la niña, abriendo el enorme cajón de su bocaza le dio un buen mordisco en la mano. El lobo y la abuela se echaron a reír por la ocurrencia  de la mesilla, pero a Azulina no le hizo ninguna gracia y se refugió en un rincón para llorar. La abuela y el lobo se acercaron a ella, y consolándola le explicaron que no debía ser mala con los animalitos del bosque. En ese momento el lobo levantó la cabeza y unas lagrimas mudas se deslizaron suavemente hasta su hocico, que todavía le dolía por el golpe. Fue entonces cuando sacando su gran lengua dio a Azulina un amoroso lamentazo en la mano. La niña se volvió hacia él y lo abrazó.
Desde aquel día Azulina fue buena y se hizo muy amiga del lobo. Siempre jugaba con él cuando le llevaba la comida, y nunca más le tiró piedras.
La abuela guardó desde entonces sus gafas más cerca, para tenerlas siempre a mano y no confundirse con las visitas, al lobo le crecieron los dientes y comenzó a lavárselos todos los días, y al cajón de la mesilla le echaron la llave, para que no pudiera morder nunca más a nadie.
Y Azulín, azulado, este cuento se ha acabado

Mª Ofelia


                                              FIN



                                                                         



                                                           
                                                                                 
                                         








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