Por fin el otoño hace su entrada. La temperatura ha decaído pero el sol nos acompaña aunque decide acostarse más temprano, comienzan los días maravillosos en que aún conservamos la ropa de verano. No tardaran en empezar a caer las hojas de los árboles, las mismas que nacieron en primavera y los cubrieron durante el estío. El suelo se alfombrará con matices amarillos, y dorados. Me Encanta el otoño, pero también la primavera. Una es la eclosión, algo que nace e irrumpe en la naturaleza y la invade con sus colores, su inocencia su descubrir la vida que se abre ante ella. El otro es la paz, la armonía la tranquilidad dejando desprenderse lentamente las hojas de los recuerdos. Porque los árboles también recuerdan cuando las flores los cubrían.
Esta mañana pasé cerca de la playa, no os podéis imaginar lo repleta que estaba de sombrillas y lógicamente de veraneantes que aún ocupan nuestras costas. Como ya os comenté este año se me escapa sin darme un solo baño en el mar. Pero al volver a casa me he recompensado dándome un chapuzón en la piscina, no se si será el último de la temporada.
